En la Asamblea Nacional, el grupo insumiso honra su razón de ser. Los cargos son francos, escuetos y claros. Sin arreglos ni tambores. Nada es más necesario que esta actitud. El gobierno, que actúa bajo la única protección de la abstención de la extrema derecha y de la derecha, es más una combinación de circunstancias políticas que una entidad democrática, en el sentido de lo que esto se entiende en las democracias parlamentarias. Toda la situación lo designa bajo un solo calificativo: suspendido. La única pregunta es: « ¿hasta cuándo? »
En esta fase, la Nueva Unión popular y social (NUPES) debe arraigar y desarrollar a su audiencia en los círculos populares que encarna y representa como ninguna otra fuerza. Esto, en previsión del día siguiente, cuando la gente nuevamente tendrá que decidir en qué dirección orientar al país. Este gobierno terminará despreciado para todos por su incapacidad para gestionar la más mínima salvaguarda de las personas y de la naturaleza. Cuando los incendios galopan tan rápido en el bosque como la miseria entre la gente, llegará el momento en que los buenos para nada, los que permiten que los desastres se acumulen, serán expedidos hacia la puerta de salida.
Hasta entonces, sin confusión, sin colusión. La confusión sería mortal. La confusión sería el regreso a la casilla de salida de una izquierda desarraigada del pueblo y de sus demandas urgentes. Necesitamos claridad en la niebla viscosa que el bloque reaccionario está tratando de extender en las mentes de la gente.
El voto en contra del aumento del SMIC (sueldo mínimo legal) impulsado conjuntamente por los macronistas y RN (los lepenistas) sin olvidar a LR (la derecha tradicional) es un momento decisivo de clarificación. Poco importan entonces las delicadas epidermis que quisieran una oposición que no se oponga tanto. Poco importan los anti-NUPES « razonables » a quienes les gustaría que la gente aceptara contentarse con poco, con un « peor es nada », y con todos esos estribillos de la sumisión ordinaria. Poco importan las halagadoras comparaciones hechas por algunos comentaristas que ironizan sobre el estilo « hirsuto » de los diputados insumisos en comparación con « la elegancia de los amigos de Le Pen ». Estos últimos coquetean con la elegante derecha de los bellos barrios, en competencia con LR y los macronistas.
Nuestra mirada está en otra parte, en el opuesto social. Por lo tanto, los insumisos tienen toda la razón al hablar con claridad y fuerza: la ley en discusión es una ley CONTRA el poder adquisitivo. Cuando todo lo que se propone está por debajo del nivel de inflación Macron pide a los diputados que acepten oficialmente la pérdida de poder adquisitivo para los empleados y pensionistas, los inquilinos y automovilistas, los consumidores de gas, electricidad, pan y agua. Al mismo tiempo que continúa el engorde permanente de las grandes fortunas. La reacción francesa es la más hábil en Europa cuando vemos a Alemania y Gran Bretaña aumentar el sueldo mínimo en un 30% o decretar impuestos a los especuladores de la crisis.
En este contexto, la preparación de la marcha de la NUPES contra el alto costo de la vida, propuesta para octubre próximo, comienza con esta batalla en el hemiciclo de la Asamblea Nacional. Pero ello no podrá funcionar sin una claridad total, una delimitación y gran determinación. Ya están en eso. La NUPES tendrá la oportunidad de reunir un frente social unido en la acción. Ese domingo, miles de personas saldrán a las calles. Desencadenarán un ciclo de acción que espero duradero y lo suficientemente fuerte como para pesar aún más que los chalecos amarillos en su momento.
Obviamente, esto no excluye lo que los sindicatos organizarán durante la semana de huelga anunciada. La fecha de octubre fue elegida precisamente para no entorpecer las movilizaciones sindicales previstas en septiembre. Todo lo que veo hasta aquí me confirma la urgencia de la parada en seco que debe infligirse a la macronía y a su séquito LR y RN. Todo lo que veo aquí en América Latina demuestra una regla simple: no hay límite para la privatización y mercantilización de todo por parte de los neoliberales. O mejor dicho, solo hay uno: el de resistencia frontal y obstinada a todo lo que emprenden. Si no los detenemos, nunca se detendrán por su cuenta.
Entre Tegucigalpa en Honduras y Bogotá en Colombia, volamos primero a Panamá donde se realizan todas las conexiones de Centroamérica. Dos horas de vuelo tranquilo (¡por fin!) para hacer un balance. En Honduras me recibieron con un gran fervor amistoso. Poco a poco me voy dando cuenta de lo bien que nuestra campaña presidencial y legislativa fue seguida aquí por muchos en los círculos de izquierda y qué esperanza ello levantó. Una victoria de « la izquierda radical » —como dicen los medios de comunicación— en Francia, habría sido un aliento extraordinario para todos aquellos que vieron en esa perspectiva una señal anticipada del estallido del viejo continente que tanto esperan. Debido a nuestro progreso constante, de elección en elección, desde 2012, me ven aquí como la punta de lanza de un proceso en curso. De ninguna manera, como el final de la ola que comenzó en 2010 con la irrupción de Podemos en España. Gran parte de lo que hemos escrito y producido de todas las maneras imaginables ha sido ampliamente seguido y reformulado tantas veces como les fue posible. Un justo giro de situación. Muchas de las inspiraciones que me han animado provienen de este continente sudamericano en lucha contra el neoliberalismo. Podría situar casi país por país las contribuciones al programa o a las « intuiciones » que entonces me habitaban. Debo decir, no obstante, que muy rápidamente una cierta diferencia de enfoque distinguió nuestro enfoque intelectual del de ellos. Generalmente están con un enfoque de izquierda que se mantiene algo más clásico. Nosotros integramos casi de inmediato nuestra visión de la historia contemporánea y nuestras estrategias en el marco de la teoría de la « Era del Pueblo y de la Revolución Ciudadana « . Este es un marco teórico muy profundamente renovado en comparación con la formulación de la vieja doctrina revolucionaria del socialismo. Por su parte, ellos expresan un anticapitalismo fuertemente mezclado con un deseo de compromiso muy fluctuante. Pero recientemente, se inscriben en un enfoque ecológico mejor integrado y ya encarnado en las prácticas militantes. El caso de Gustavo Petro en Colombia, sin embargo, es muy diferente.
De hecho, integra en el corazón de su enfoque el concepto de interés general humano y su contenido ecológico fundamental. Sea como sea, todos ellos practican un antiimperialismo claro e inequívoco. No tienen la misma definición anticapitalista que teníamos en Europa. Debemos saber que ésta se confunde bastante con el nacionalismo que permitió la independencia del continente a principios del siglo XIX. No lo olvidemos, las naciones de América del Sur tienen apenas doscientos años de existencia. Se formaron en la lucha anticolonialista contra el Imperio español. Su nacionalismo se prolonga fácilmente, por necesidad, dada la agresión del vecino norteamericano. Es una constante de casi toda la historia de esta último. En 229 años de existencia, los Estados Unidos estuvieron en guerra durante 222 años. Un símbolo puro de la violencia de la que son capaces es su anexión de la mitad del territorio de México.
El resto siguió sin tregua ni pausa hasta nuestros días, de golpe en invasión como en Granada, Cuba o Panamá. Ciertamente también hay momentos de tiempo suspendido en que la estrategia de los gringos es puesta en jaque o derrotada por una resistencia nacional popular victoriosa. Este es el caso hoy, después del fracaso de una serie de intentos por recuperar el control sobre los países rebeldes. Después del fracaso de los asfixiantes embargos a Cuba o Venezuela, Estados Unidos apoyó o provocó una serie de golpes de Estado « constitucionales » validados por decisiones de juicio político tomadas por « Tribunales Supremos » bien controlados. Este fue el caso en Guatemala, Paraguay, Brasil, Honduras y Bolivia, y probablemente olvido algunos. Con la excepción de Bolivia con sus matanzas inmediatas de indios y sus masacres en las casas de los opositores, en el resto de estos golpes de Estado recurrieron al asesinato selectivo y lentamente. Sin embargo, la matanza en profundidad no fue menos recurrida. En Honduras, en Colombia y El Salvador, muchos activistas sociales han sido asesinado.
Los buenos espíritus europeos berrean contra el régimen venezolano. Pero aquí se mataba silenciosamente, en los países donde viven esos simpáticos líderes asesinos, tan amigos de los dirigentes de Europa y Estados Unidos. Hoy, el resultado de la política estadounidense es un fracaso total. Uno tras otro, los países bajo administración fiduciaria eligen gobiernos de izquierda. Nunca ha habido tantos. Bolivia, por ejemplo, devolvió el poder a la izquierda en la primera vuelta en un momento en que la mujer iluminada que había tomado el poder Biblia en mano, pensó que había domesticado a los indios aterrorizados. Ahora, la probable victoria de Lula en Brasil está tomando forma. Es la décima economía más grande del mundo. Y el Brasil de Lula ha sido un miembro activo en la coalición BRICS (Brasil/Rusia/India/China/Sudáfrica). Para ellos, se trata de allanar el camino para establecer una alternativa multipolar a la dominación del dólar sobre la economía mundial. Nada más ni nada menos. Vemos la conexión. Por lo tanto, el imperio estadounidense está en vilo en el período previo a estas elecciones del próximo mes de octubre. Es por eso que su títere Bolsonaro está muy agitado y amenaza a su propio país con un golpe de estado al estilo trumpista.
Pero ya sea en Honduras, México o Colombia, nuestros amigos rechazan el choque frontal con el imperio de E.E. U.U. Nadie encontraría su interés en ello, me explicaron. México exporta el 85 % de su producción a Estados Unidos, donde cotizan 40 millones de mexicanos. Enviar dinero a las familias en casa es un retorno en dólares vital para la economía del país. En Honduras también. Representa el 25% de la riqueza anual del país. Y el 10% de lapoblación vive en los Estados Unidos. Así que, sin ilusión, todo el mundo confirma que buscan un punto de equilibrio con los Estados Unidos. En este caso, Joe Biden, el actual presidente, les parece más practicable que Donald Trump.
Por mi parte, no creo que Estados Unidos los trate más que como patios traseros, independientemente del presidente de turno. Sobre todo, cuando se trata de nacionalizar o renegociar los contratos leoninos que las multinacionales gringas han concluido corrompiendo las cúpulas del Estado. Quisiera equivocarme. Pero no hay ningún partido en Estados Unidos capaz de resistir el poder financiero de las multinacionales que los inundan de dinero en cada elección. Por ello, si es necesario componer, valga ser lúcidos sobre el margen de maniobra del que se dispone. Por lo tanto, en cada lugar y momento, los parámetros de la relación con los Estados Unidos se analizan cuidadosamente. Lo que quieren, lo que aceptan o no aceptan varía de un país a otro. Y también de una temporada a otra, al ritmo de las luchas internas de la burocracia, de los servicios de seguridad estadounidenses omnipresentes en todos los expedientes.
En este momento, en Honduras, el objeto de atención para la estrategia es la cuestión de la Asamblea Constituyente en el corazón de la estrategia y del programa « LIBRE » del partido de la presidenta. Este fue el pretexto de partida del golpe en 2009. Algo muy traumático. Hubo miles de muertos, tanto entre activistas políticos como entre la población; asesinatos que fueron encomendados a la violencia de bandas paramilitares armadas o militares gubernamentales. Sin dejar de mencionar la sensación de impunidad de los gobiernos ultraliberales que vendieron todo lo que se podía vender en el país: ríos, mantos freáticos, bosques estatales, represas hidroeléctricas etc… Por lo tanto —me dicen— nadie apoyaría una entrada deliberada en conflicto si esto devolviera el país a la casilla inicial de la cuasi guerra civil. Sin renunciar a nada del proyecto, el equipo en el poder actúa con precaución. Empezando por la puesta en marcha de su proyecto puramente político como es el de la promulgación de una nueva Constitución. Este había sido el pretexto que los militares usaron para justificar el golpe de 2009. El objetivo ahora es llegar a un acuerdo político general sobre cómo trabajar en torno a este objetivo. Se decidió construirlo por etapas, paso a paso.
Para el futuro inmediato, se acordó que primero debía esperarse la renovación de todos los órganos institucionales involucrados en el procedimiento constitucional. Esto le atañe muy directamente al Tribunal Supremo Electoral que debe decidir cuándo llegará el momento del procedimiento constitucional y sobre su conducción. Está previsto que se renueve el próximo año. La campaña para una nueva composición ya ha comenzado. Y ya, un solo punto lo bloqueó todo. A raíz del golpe de Estado, y luego de las elecciones amañadas que finalmente se celebraron, se cambió la ley relativa a la composición de este Tribunal Supremo Electoral, en la cual se prohíbe la candidatura de una persona que haya expresado un compromiso político partidario. Esto equivalía a eliminar a cualquier personalidad que se hubiese pronunciado en contra del golpe o en contra del amañamiento de las elecciones, porque este tipo de protesta fue considerado como activismo político partidista.
La noche de nuestra partida llegó la buena noticia: un acuerdo mayoritario permitió la derogación de esta disposición por parte de la Asamblea Nacional. Por lo tanto, se ha dado un paso importante. El resto puede llegar con un acuerdo sobre la composición del próximo Tribunal Supremo Electoral para que ya no sea un equipo de apoyo a los opositores del gobierno. Este ejemplo muestra la dificultad de la tarea del equipo gobernante en torno a la presidenta Xiomara Castro.
Me gustaría que mis lectores más atentos meditaran sobre la forma que puede tomar una batalla política tan fundamental. A veces es un número de equilibrista. Nuestro sesgo asumido de rechazar la violencia en la política requiere tales precauciones. Porque, una vez más, ¿quién se beneficia de ser el desencadenante de la confrontación, cuando ésta tiene lugar ? Pues la impresión resultante pesará luego hasta el desenlace. Aquí, quienes tienen la responsabilidad esencial de la acción del gobierno forman un equipo espectacularmente joven. En cada reunión con ellos me habría creído en el grupo Insumiso de la Asamblea Nacional francesa.
Sobre todo, porque conocían bastante bien nuestra campaña y nuestras consignas. Pero lo que impresiona más, es tanto la capacidad de estas personas para trabajar, como su determinación implacable. Y además, adhiriendo todos a la línea del « paso a paso » que quiere la presidenta. Mientras tanto, en el campo, los comités del poder popular están tratando implantarse para abordar los problemas y están trabajando en la legislación o en los artículos de la Constitución. Tan pronto como sea posible y oportuno les enviaremos nuestro diputado de Villeurbanne, Gabriel Amard, para transferir sus conocimientos prácticos sobre el tema. Esto completará una larga serie de intercambios como los que practicamos durante cada elección y entre ellas. Así continuará la cooperación con los equipos de latinos insumisos que Christian Rodríguez lidera conmigo y, muchas veces, con la presencia en el terreno de la diputada de París Sophia Chikirou, quien dirige la comunicación de nuestras campañas presidenciales.
El nuevo poder de Xiomara Castro en Honduras lleva solo seis meses de gobierno sobre sus hombros. Se enfrenta a una situación muy difícil como ya lo describí. Observarlo manos a la obra representa una mina de conocimientos por venir. Nuestra fuerza también viene de aquí, de lo que vamos aprendiendo con ellos.
Mañana me reúno con Gustavo Petro. El ganador de las elecciones presidenciales en Colombia. Una victoria adquirida al final de una marcha muy larga, a menudo solos contra todos. Una victoria lograda a través de un proceso político construido con paciencia, en medio de un sinfín de asesinatos de militantes por parte del narcotráfico, la policía, los paramilitares y todo lo que este país tiene de matones y sicarios oficiales. Pero lograda también mediante dos enormes oleadas de movilización ciudadana callejera en forma de « huelga cívica »: cada día, con miles de personas en la calle difundiendo indignación y la conciencia de cambiarlo todo de una vez por todas.